piometra

Flay es una perrita mestiza de 13 años, con todas sus vacunas al día.
Ha sido intervenida en nuestro centro dos veces por cálculos en la vejiga de la orina, por lo que su dueña la tiene muy controlada. Estos últimos días la encuentra algo inapetente y decaída, camina con el “rabo entre las piernas”, las heces son algo blandas en casa y ha tenido algún vómito. Ella lo achaca a que han estado de viaje.

En la exploración física, Flay tiene una temperatura de 39.2 y el abdomen muy tenso y distendido a la palpación. El resto es normal.

Su propietaria nos confirma que hace un par de meses tuvo el celo.

Diagnóstico de piometra

Se realiza una analítica sanguínea completa que nos indica que Flay tiene anemia y leucocitosis (elevación de las defensas), lo que nos hace pensar en una infección. Además las enzimas hepáticas aparecen elevadas.

Decidimos realizar una radiografía del abdomen en la que se aprecia una masa de gran tamaño en la zona ventral del abdomen, en la zona de proyección del útero, lo que nos confirma que nos encontramos ante una piometra (infección de útero).

La piometra es una enfermedad muy frecuente en hembras no esterilizadas, sobre todo a partir de los 8-10 años. Los síntomas suelen aparecer dentro de las 6-8 semanas posteriores al celo del animal, debido a una infección causada por bacterias que han accedido al útero desde la vagina durante el estro. En muchos casos, el cuello del útero permanece abierto y el propietario puede apreciar una secreción oscura (y generalmente maloliente) por la vulva del animal; sin embargo, Flay no tenía ninguna secreción. Esto puede agravar el caso, ya que complica el diagnóstico y genera una acumulación de pus dentro del útero, lo que puede derivar en una peritonitis (por rotura del útero y salida del contenido al abdomen) que podría llegar a ser mortal.

piometra

Intervención quirúrgica de piometra

En nuestro caso, Flay todavía no sufría complicaciones derivadas de esta infección. Decidimos intervenirla quirúrgicamente y retirar el útero dañado, así como los ovarios para evitar posteriores problemas. Se medicó en nuestro centro, la tuvimos con sueroterapia unas horas para estabilizarla y la enviamos a pasar la noche a casa puesto que despertó muy bien de la anestesia.

Tras 24 horas, Flay había recuperado el apetito, no tenía fiebre, la herida estaba limpia y hacía una vida prácticamente normal. Le medicamos con antibiótico y antiinflamatorio/analgésico subcutáneo y le recetamos vía oral. La citamos a los diez días de la operación para comprobar que la evolución había sido la esperada.

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