parto distócico

El parto distócico en perros

El parto de nuestra mascota es un momento muy bonito y especial pero que puede conllevar una serie de complicaciones que arriesgarían la vida de la futura madre así como la de los cachorros. Todo parto anormal o dificultoso que derive en la incapacidad de la madre para expulsar los fetos se denomina “distocia”. No es fácil para el dueño determinar si el parto es normal o  no, por lo que debería tener el teléfono de su veterinario cerca y seguir todos los consejos que le hayan dado en las revisiones que se deben hacer a la hembra durante la gestación.

El parto distócico suponen un 5% del total, siendo más frecuentes en razas braquicéfalas (perros muy chatos y de cabeza ancha como los bulldog…) o razas miniatura (chihuahua, yorkshire…).

Para determinar si existen problemas en el parto, es fundamental que el dueño conozca la fecha de la monta, puesto que el parto debería iniciarse en torno al día 58-63 post monta, aunque este no es un dato demasiado fiable puesto que puede variar, al igual que ocurre en las mujeres.

Uno de los principales síntomas que nos va a indicar que estamos ante un  probable parto distócico es que no se inicien las contracciones abdominales propias de la segunda fase del parto en el tiempo adecuado. Además, la presencia de contracciones débiles o intermitentes que no consiguen la expulsión del primer feto a las 4 horas del inicio del parto o a las 2 horas de la expulsión del feto anterior, indican la presencia de problemas. En el caso de que las contracciones sean fuertes y frecuentes sin que provoquen la expulsión de ningún cachorro en menos de 30 minutos también debemos sospechar de obstrucción en el canal del parto, al igual que si podemos apreciar parte de un cachorro o membranas fetales a través de la vulva pero sin una progresión evidente.

Si existen problemas, debemos acudir al veterinario, que realizará una ecografía a la hembra para determinar si los cachorros están bien y podemos esperar o si, por el contrario, existe sufrimiento fetal y se debe practicar una cesárea. El especialista valorará la frecuencia cardíaca de los cachorros, así como el estado del útero.

Si no existe un deterioro evidente de la hembra y el ritmo cardiaco de los cachorros es bueno, el veterinario puede intentar resolver la situación mediante técnicas manuales para ayudar a la hembra a expulsar los cachorros y se le administrará medicación que aumente las contracciones en caso de que no sean lo suficientemente fuertes. Además se suplementará a la madre con complejos vitamínicos, calcio, glucosa… vía intravenosa. Si pese a todos los esfuerzos no es posible, o si existe desde el primer momento riesgo para la madre o los fetos, lo indicado es realizar una cesárea.

Se trata de una técnica quirúrgica no exenta de riesgos pero que llevada a cabo por profesionales y bajo un estricto control anestésico constituye la única opción en determinados casos (un 60-80% de los casos de distocia solo consiguen resolverse mediante cirugía). Es fundamental que la madre entre a quirófano en el mejor estado de hidratación posible y sin haber sufrido un estrés o fatiga extremos, por lo que no debemos esperar a que la hembra literalmente “no pueda más” puesto que el riesgo tanto para ella como para los cachorros aumenta considerablemente.

Es por esto que, en las razas predispuestas o en hembras con sobrepeso, lesiones de cadera o que hayan sufrido una cesárea anteriormente, se recomienda la planificación de una cesárea con ayuda del veterinario. Éste nos podrá orientar acerca de los beneficios de dicha intervención en el momento óptimo, evitando así riesgos innecesarios. En estos casos es fundamental calcular el momento idóneo, valorando la fecha de monta, el estado de la hembra, el número de cachorros y su desarrollo y la disponibilidad del centro.