dolor en veterinaria

El dolor se define como una percepción sensorial  localizada a causa de una excitación de terminaciones nerviosas. Por lo tanto, el bloqueo de esa excitación es el objetivo que buscamos al utilizar analgésicos.

Tenemos una idea preconcebida sobre el dolor en los animales. Siempre se ha dicho: “a los animales parece que no les duele” o “son inmunes al dolor”. Si bien todo ser vivo lo presenta en algún momento de su vida, los animales no lo manifiestan de igual manera que las personas, y esto nos hace pensar que no les duele, pero nada más lejos de la realidad.

¿Cómo manifiestan los animales el dolor?

Los animales tienen unas manifestaciones diferentes del dolor que los humanos que van desde la agresividad, vocalizaciones, huida, hasta la adopción de posiciones antiálgicas (que hacen que el dolor moleste menos), disminución de la ingesta y bebida; salivación, taquicardia y taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria por encima de los valores normales), y en particular en los gatos se producen el aislamiento y la disminución de acicalamiento.

Tratamiento. ¿Para qué empleamos analgésicos en veterinaria?

Los veterinarios estudiamos y a la vez tratamos el dolor por medio de analgésicos: distintos productos para distintos dolores, principalmente por el bienestar de nuestras mascotas y por nuestro compromiso ético y moral.

Está claro que se trata el dolor cuando se ha instaurado, pero en ciertas ocasiones lo hacemos de forma preventiva, como es el caso del dolor postquirúrgico. Para ello empleamos, además de distintos productos, distintas formas de administración: ya sea en bolos, en infusión continua por vía intravenosa, por vía epidural o en tratamientos ambulatorios, por vía oral.

El empleo de analgésicos se utiliza para el bienestar animal, pero también por una segunda causa, y no menos importante: para combatir los efectos nocivos del dolor, ya que este disminuye la cicatrización y recuperación, provoca depresión cardiaca y respiratoria, compromete el sistema inmunológico, etc.

Los analgésicos también tienen contraindicaciones, por ejemplo disminución del estado mental, somnolencia, depresión respiratoria y cardiaca, aumento de flujo sanguíneo al cerebro, disminución de peristaltismo intestinal provocando estreñimiento,  retención urinaria por alterar los esfínteres, provocar vómitos… Por lo tanto, su empleo se debe hacer valorando los beneficios frente a los perjuicios, siempre velando por el bienestar animal.

En nuestro centro la gestión del dolor se realiza basándonos en los criterios de salud animal y éticos, aplicados siempre de forma individual, dependiendo de cada mascota y cada tipo de dolencia, para que nuestros animales de compañía tengan la mejor recuperación tras una cirugía o durante una enfermedad.