enfermedades próstata

Las enfermedades de la glándula prostática son frecuentes en perros de edad media y avanzada. Los más afectados son los perros de raza mediana y grande (sobre todo los Doberman pinscher). Aunque los gatos poseen próstata, por razones que se desconocen la patología prostática felina es extremadamente rara.

Tipos

Existen diversos tipos de enfermedades prostáticas (quistes, abscesos, neoplasias, hiperplasias, infecciones…), algunas de las cuales pueden darse simultáneamente. La hiperplasia benigna de próstata es la patología más común. Se trata de un aumento del tamaño de dicha glándula en perros de edad media o avanzada no castrados debido principalmente a alteraciones hormonales.

Diagnóstico de enfermedades de próstata

Los signos clínicos asociados con la patología prostática son variables y en ocasiones inespecíficos como depresión, anorexia o vómitos. La hematuria (presencia de sangre en orina) y la hemorragia prepucial son los signos más frecuentes. También puede aparecer molestia al orinar o defecar, incontinencia urinaria, cambio del diámetro de las heces, diarrea o fiebre. En los casos en los que el aumento del tamaño prostático sea notable puede observarse distensión abdominal, dolor en el abdomen o en la zona lumbar acompañado incluso por rigidez de las extremidades posteriores en los casos más graves.

El diagnóstico es una tarea difícil puesto que hasta hace poco no han existido apenas técnicas con resultados fiables y específicos y, al mismo tiempo, seguras y fáciles de realizar. El veterinario puede sospechar mediante la sintomatología y una exploración física minuciosa del animal (que incluya una palpación rectal) que existe una lesión prostática, pero determinar la localización exacta así como el tipo de daño o si afecta a otra región del tracto urogenital es una labor muy compleja. Las pruebas que mayor información pueden aportar al clínico son la radiografía y ecografía, así como el análisis de orina. Para un chequeo completo debemos realizar también una analítica sanguínea que, pese a que no nos va a dar información del estado de la próstata, sí que nos va a permitir descartar otras patologías asociadas ya que estos pacientes suelen ser mayores por lo que no es difícil que presenten anomalías a nivel renal, hepático… En casos más complejos puede ser necesaria la biopsia prostática o técnicas de contraste aunque esto no es frecuente.

Tratamiento

El tratamiento dependerá mucho del tipo de lesión que presente el paciente. Es evidente que no es lo mismo una prostatitis bacteriana, que se puede resolver con antibióticos vía oral, que un quiste o una neoplasia, que deben ser intervenidos quirúrgicamente para su resolución. En el caso de la hiperplasia prostática benigna, existen tratamientos conservadores a base de medicación, bien sea inyectable o vía oral, pero en última instancia la castración es el tratamiento de elección en los perros no destinados al apareamiento, puesto que se produce una reducción significativa del tamaño de la próstata entre una y cuatro semanas después.

Como conclusión a este artículo, podemos destacar que las enfermedades prostáticas son mucho más frecuentes de lo que el propietarios puede llegar a imaginar, fundamentalmente en machos no castrados, y que los síntomas suelen ser muy inespecíficos por lo que es necesario acudir a un centro veterinario para su diagnóstico y posterior resolución.