Es un caso que vemos con cierta frecuencia en nuestro trabajo cotidiano: heridas por mordedura de perro a otro perro, es decir un perro agredido por otro.
Las relaciones entre nuestros canes no siempre son amistosas. Es una realidad que hay perros con un fuerte sentido de la territorialidad, como el caso que nos ocupa.
Esto, unido al tamaño del animal, puede ocasionar heridas de gravedad, especialmente si el agresor es manifiestamente más grande y fuerte.
El peligro de las bacterias anaerobias en las mordeduras entre perros
No obstante, la complicación más frecuente en perros de similar tamaño y agresiones cortas son las infecciones derivadas de las bacterias que se encuentran en la boca del agresor y que son inyectadas con la mordedura.
Este tipo de bacterias son variadas, pero las más peligrosas aparte de las patógenas, son las que llamamos anaerobias, es decir que viven y se multiplican en ausencia de oxigeno y que pueden ir destruyendo los tejidos adyacentes y generando pus como respuesta de defensa del organismo.
El caso de la mordedura al perro Bones
En este caso de heridas por mordedura de perro a otro perro, el afectado fue Bones, un perro macho, castrado, que vive en Valencia y de carácter pacífico, que los fines de semana los pasa en un pueblo junto con sus dueños. En sus paseos se encuentran a menudo con un perro del tamaño de un pastor alemán dedicado a cuidar una propiedad. Los encuentros nunca son amigables y registran frecuentemente intimidaciones, ladridos, gruñidos e incluso amagos de ataque.
En esta ocasión la agresión se consumó, mordiéndole en la zona de la grupa con furia, y no soltando el agresor hasta que no los separó el propietario del agredido, con gran riesgo para su integridad física.
Inicialmente todo parecía un susto y las heridas, aunque habían penetrado profundamente, no eran muy extensas. Por eso, el dueño decidió curarlas y desinfectarlas y como no precisaban sutura acudió a la consulta transcurrido el fin de semana.
Tratamiento antibiótico y curas diarias
Al atenderlo en clínica se constató que la herida estaba infectada y se consideró que cicatrizara por segunda intención con un tratamiento antibiótico adecuado y una buena limpieza y desinfección de la zona.
Desafortunadamente, la infección estaba en los planos musculares, ya que el colmillo del perro entra como una navaja y hace trayectos en varias direcciones diseminando los gérmenes, es decir el orificio en la piel es pequeño pero el daño esta debajo en la zona muscular. Esto no se ve, y esta infección acaba necrosando los tejidos adyacentes e inicialmente va agrandando los tejidos afectados.
No obstante, las curas diarias y el tratamiento antibiótico acaban revirtiendo el proceso como se aprecia en las imágenes, consiguiendo su resolución favorable cicatrizando de dentro a afuera para estimular la formación de tejido de granulación y la solución del proceso. Hoy en día, prácticamente no se aprecia ni la cicatriz.
