Más de una vez habrás visto perros antidroga en aeropuertos, puertos, puestos fronterizos, etc., involucrados en operaciones policiales. Son los mejores colaboradores de la policía en la lucha contra el tráfico de drogas.
Falsos mitos sobre el entrenamiento de perros antidroga
Existen muchos falsos mitos en torno a los perros antidroga y su entrenamiento. Algunas de las leyendas más absurdas que circulan alrededor de este tema afirman que los perros son consumidores de la sustancia que buscan, que se les inyecta droga o que se les induce a desarrollar una adicción. Lo cierto es que estos animales solo aprenden a identificar el olor de la sustancia ilegal para la que son entrenados.
También se ha difundido en ocasiones que estos perros son maltratados, que son agresivos, que son animales a los que no se permite jugar, que no pueden recibir premios ni recompensas, etc.
Cómo se entrena realmente a los perros antidroga
Como hemos dicho, el animal debe identificar el olor de la droga y ser capaz de encontrarla. Para ello, los entrenadores forman un vínculo con el perro para que este responda de manera eficaz. Es cierto que se les exige disciplina pero siempre desde la amistad y el cariño de sus entrenadores. A los perros antidroga se les entrena jugando.
En la selección temprana de estos animales especialistas se identifica al cachorro más inquieto. Se necesita individuos espabilados y activos, que son los más proclives a responder a un entrenamiento que se desarrolla siempre a través del juego. De esta forma, esta actividad a la que el animal se acostumbra pasa a ser su trabajo.
¿En qué consiste el juego? Se trata de darle al animal un único juguete, impregnado en una imitación del olor de la sustancia ilegal y esconderlo. Después se dispone un espacio abierto, en el que se colocan varias cajas cerradas con diferentes objetos. Solo una de ellas contiene el juguete.
Aparte de albergar el juguete, la caja está construida con otro compartimento en el que se guarda un paquete de droga. De manera que cuando el perro encuentra la caja e intenta abrirla para sacar el juguete, está fijando el olor de la sustancia ilegal.
Cada vez que el perro localiza la caja correcta recibe una recompensa por haberlo conseguido, aparte de poder jugar con su juguete. Esto contribuye a que el hábito se instaure con la mayor eficacia.
Estos perros tienen largas sesiones de entrenamiento, se convierten en verdaderos profesionales de la detección de drogas. Es muy importante variar la rutina del juego durante el tiempo de entrenamiento, es decir, no colocar el juguete siempre en el mismo lugar, jugar en diferentes sitios, variar el grado de dificultad…
Además del perro, también los instructores policías reciben formación específica que les prepara tanto para la relación con el animal como para la detección de estupefacientes.
Y es que la clave del éxito de un perro antidroga es el vínculo que construye con su instructor.
Importante recalcar una vez más que en su entrenamiento los perros antidroga jamás consumen ninguna sustancia tóxica.
Razas más indicadas para este trabajo
Existe cierta predisposición genética. En líneas generales deben ser perros de tamaño medio que sean ágiles y que tengan un buen hocico para rastrear. Las razas más indicadas son golden retriever y labrador, pastor alemán y pastor belga, cocker spaniel y springer spaniel. De todos ellos, los pastores belga son los que actualmente se utilizan más, por su fina contextura y su agilidad y su buena adaptación a las altas temperaturas.
Por otra parte, hay que destacar que la capacidad de la memoria olfativa de un perro es tan potente que uno de estos animales bien entrenados es capaz de detectar decenas de sustancias diversas.
La vida laboral de un perro antidroga no suele extenderse más allá de los 7 años de actividad. Cada vez es más frecuente que se jubilen en centros de adopción.