Por qué tiemblan los perros

¿Sabes por qué tiemblan los perros? Seguramente te hayas preguntado infinidad de veces por qué tu mejor amigo tiembla en determinados momentos, ¿tendrá frío?, ¿quizás miedo?…

El que ellos mismos no nos puedan explicar lo que les pasa nos causa mucho malestar, por ello vamos a plantear posibles causas de que nuestro perro manifieste este comportamiento.

Causas habituales por las que tiemblan los perros

Temblor por frío

Especialmente en razas o mestizos de pelo corto, delgados o de complexión fina. Al descender la temperatura corporal por condiciones climatológicas externas, el hipotálamo manda orden a los músculos  para que se contraigan de forma repetitiva, generando energía en forma de calor.

Estos movimientos son completamente involuntarios hasta que la temperatura corporal se regula. La temperatura rectal normal en los perros es de 38 a 39 grados centígrados aproximadamente, si la temperatura baja de 37 grados probablemente el perro tenga frío, también si se encuentra mojado o al exterior en invierno.

Temblor por miedo o inseguridad

Cuando un perro siente miedo o inseguridad puede ponerse a temblar. Esto es debido a que el cerebro prepara a los músculos para la huida ante una situación de peligro inminente. Algunas sustancias como el cortisol y la adrenalina se acentúan en el organismo.

Este hecho, en momentos puntuales, no es algo problemático, sino natural, pero si perduran en el tiempo ese miedo y el estrés que genera puede ser un grave problema para el animal.

Temblor por dolor

Sobre todo se produce en problemas digestivos y molestias articulares. Esta es otra de las causas por las que tiemblan los perros. Si tu mascota siente dolor, ya sea de forma aguda o crónica, temblará para intentar expresar su malestar, que no se encuentra bien, para que le ayudemos y le proporcionemos compañía.

Generalmente, su actitud será de apatía, anorexia, decaimiento e incluso a veces en dolores fuertes podría manifestar agresividad. Es fundamental acercarlo al centro veterinario si esa es la actitud que acompaña a los temblores ya que necesitará urgentemente un reconocimiento médico general.

Temblor por emoción

Ante el estado de alegría que desencadena el jugar, saltar, correr o comer, un perro puede temblar, ya que su cuerpo se prepara para realizar una acción enriquecedora y placentera.

Pero en estos casos también puede existir una respuesta aprendida en nuestro mejor amigo, es decir, si anteriormente le hemos dicho algunos piropos mientras temblaba porque nos ha enternecido, aprenden que cada vez que tiemblen van a conseguir esa atención por parte de su familia humana y por ello repiten el comportamiento de forma voluntaria.

Temblor por fiebre

Cuando la temperatura corporal es más alta de lo normal, el cuerpo, guiado por el hipotálamo, intenta controlarla y recuperar su valor original, haciendo que el perro “sienta frío” hasta que el cuerpo se regule. Por ello, los perros que tienen temperaturas rectales de más de 39,5 grados, pueden experimentar temblores durante un periodo de tiempo.

Temblor asociado a la edad

Con el paso de los años, igual que sucede en las personas, puede aparecer un temblor en las patas traseras del perro al estar en reposo. Esto es debido a que las conexiones neuronales se van degenerando con la edad y no son tan buenas como cuando uno es joven. En estos casos siempre hay que descartar que además no exista un dolor crónico articular en nuestra mascota.

Temblor asociado a enfermedades

Problemas hormonales o del sistema nervioso central pueden ocasionar temblores e incluso convulsiones en nuestro mejor amigo. Si el problema persiste y el perro no se encuentra bien, lo más conveniente es acudir al centro veterinario para realizarle una buena exploración y establecer un diagnóstico preciso.

Hasta aquí las causas más habituales por las que tiemblan los perros. Es fundamental la actitud que muestre el perro en estos casos, no es lo mismo un perro que tiemble puntualmente pero esté contento, comiendo, defecando y orinando de manera normal, que un perro triste y apagado, que no quiere comer, vomita, etc. En estos casos la visita al veterinario será fundamental para valorar el problema y dar la mejor solución en cada uno de los casos que se presenten.