podenco

La historia  de un niño y un perro

Basada en una hecho real

En una pequeña aldea  de un pueblo de Albacete llamada El Viso, vivía un niño llamado Marcos, era un niño como  cualquier otro, inquieto, divertido, con mucha imaginación  y  ganas de jugar y con un especial amor hacia los animales.

En la pequeña aldea de El Viso  a finales de Enero, coincidiendo  con el fin de temporada de muchos cotos de caza colindantes de la comarca, aparecían muchos perros abandonados. De todas las razas, pero especialmente  de caza.

Marcos era un niño de tan solo ocho años, que a pesar de no parar un momento de jugar, tenía  otro entretenimiento y era el cuidar a todos los animales que aparecían abandonados. En la puerta de su casa siempre  había un cubo lleno de agua  y a lo largo del día iba consiguiéndoles comida, bien de casa de sus padres (que ya tenían cuatro perros) o de casa de sus abuelos tanto maternos como paternos. De estos perros, algunos conseguían tener suerte y ser adoptados y otros acababan su vida en tragedia, siendo atropellados  o envenenados.

Un día llego un nuevo perro  a la aldea. Era un cruce de podenco de color marrón y blanco de talla mediana y una edad aproximada de de tres años. Marcos cuando lo vio por primera vez supo que ese perro tenía algo especial: le puso de nombre Johnny y desde ese mismo instante fueron inseparables durante cuatro años.

Todo empezó un verano cuando Marcos daba una  vuelta en bicicleta por las inmediaciones de una granja de cerdos y Johnny  salió a su encuentro por el camino de tierra donde circulaba,  en esos momentos se hicieron amigos y llegaron juntos al pueblo.  Johnny se paso todo el verano haciendo compañía a Marcos y sus amigos mientras jugaban: cuando se iba en bicicleta o se iba de excursión  por la montaña, allí estaba Johnny acompañando a ese niño de tan solo ocho años de edad  que le daba el amor y compañía  que necesitaba,  y en ocasiones cuando Marcos se peleaba con otros niños (cosa normal de esas edades) salía a defenderlo como si fuese su mismo progenitor.

Llegó el final de las vacaciones de verano  y Marcos al igual que todos los niños empezaban el colegio. A Marcos y a los demás niños de la aldea los recogía un autobús para llevarlos al pueblo cercano donde estaba el colegio. Johnny como todas las mañanas estaba esperando a su  amigo Marcos, lo acompañó a la parada y  cuando vio que subió al autobús  Johnny también subió a él, sin comprender por qué no podía acompañarlo. Finalmente  el chofer consiguió bajarlo (aunque le costó lo suyo). Johnny corrió unos metros tras el autobús y al ver que no podía alcanzarlo se esperó en la parada hasta cinco horas después, cuando el autobús trajo a Marcos de vuelta del colegio.

Desde ese día, Johnny acompañaba a Marcos todos los días a la parada del autobús  y cuando regresaba del  cole  ahí estaba su fiel amigo al que tanto quería.

La familia de Marcos decidió  acoger a Johnny también en casa, a pesar de tener varios perros, ya que había un vinculo especial entre Marcos y él, pero por más que lo intentaron Johnny no quería estar dentro con los demás perros: a él le gustaba su vida en la calle, quizás fue lo que había vivido siempre y estaba acostumbrado a ello  y el estar entre cuatro paredes y un techo le agobiaba. Por eso, siempre conseguía escaparse y por más que lo intentaran nunca quería entrar a casa,  él prefirió quedarse durmiendo en la calle bajo el portal de la casa como un perro guardián.

El verano siguiente, Johnny sufrió un accidente que le costó  la pérdida de su ojo izquierdo: todo ocurrió  mientras dormía debajo de una camioneta de un vecino de Marcos, que no se percató de la presencia del animal. Cuando se puso en circulación se escucho el quejido de Johnny, que a Marcos desde su casa le traspasó el alma y salió rápidamente a mirar qué le había ocurrido. Johnny se quejaba a más no poder y pese a que rápidamente pudieron llevarlo al veterinario, nada pudieron hacer por salvarle el ojo.

Johnny siguió haciendo vida normal, y seguían siendo inseparables, pero el estar siempre en la calle también podía tener sus consecuencias, por desgracia nada buenas. Una noche de invierno del mes Febrero, Johnny empezó a aullar en la ventana en la que dormía Marcos que justo daba a la calle: a Marcos le faltaron pies para salir de la cama corriendo y ver qué le sucedía. Enseguida se dio cuenta de que llevaba un cepo presionándole varios dedos: había caído en una trampa para zorros, pero tuvo suerte puesto que consiguió arrancar la cadena que estaba  sujeta a algún árbol y así pudo escapar. Marcos enseguida consiguió liberarlo y afortunadamente todo acabó  en un susto ya que las heridas causadas por el cepo fueron de carácter leve. Estaba claro que estando en la calle tarde o temprano  tendría un mal final.

Un día le dieron una mala noticia a Marcos: sus padres por motivo de trabajo se tenían que marchar a otro lugar a vivir y no podían llevarse a todos sus perros  ya que era una vivienda de alquiler y no admitían mascotas. Marcos se sintió desolado puesto que después de  cuatro años en los que Johnny  y él  habían sido inseparables, el hecho de no poder estar con él era algo muy triste.

Un día estaba Marcos con su abuelo paterno en la plaza del pueblo cuando llegaron dos señores  con su vehículo  y comentaron que están buscando un perro para adoptar, les daba igual la edad y la raza lo único que querían que le hiciesen compañía en su casa de campo donde vivían. El abuelo de Marcos le recordó que tenía que pensar que en breve se marcharía a vivir a otro lugar y que Johnny se quedaría en la calle y acabaría pasándole algo malo, y que estos señores vivían en una casa de campo donde tenían mucho terreno y allí estaría bien. A Marcos le costó  tomar la decisión de dárselo a aquellos señores y más sin conocerlos de nada, pero no tuvo más alternativas y se aferró a la esperanza de que sus nuevos dueños lo cuidaran como se merecía.

La despedida por parte de ambos fue bastante triste: Johnny  parecía saber lo que ocurría en aquel momento, tanto que no puso ningún impedimento al subir al vehículo y no dejó de mirar ni un instante a los ojos de su amigo Marcos  mientras se marchaba.

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